Bajar a comprar el pan y, en el camino, saludar al de la peluquería, al de la frutería, al de la lavandería. Pedirles fiado, que le dieran ñapa, que la mamá le regalara las vueltas… Cosas que ya no se ven en los barrios de hoy.
Qué sería del hoy adulto contemporáneo sin las disputas con sus semejantes en el parque del barrio. Lejos de ser consideradas agresiones, esos alegatos templaron el carácter y estrecharon amistades que perviven a día de hoy.